
¿Por qué tu mente no te deja ser feliz ni le importa que lo seas?
El mayor obstáculo que encuentras en tu vida para ser feliz es tu mente. Si Ella no está entrenada te
Si has sentido un dolor tan agudo en el pecho que crees que vas a morir por desamor, frustración o una pérdida, debes saber algo esencial: “ese dolor que sientes es absolutamente real”.
La Neurociencia ha demostrado que cuando sientes un dolor emocional, tu cerebro activa los mismos centros de dolor como si tuvieras una fractura, una herida o una quemadura real.
Por lo tanto, todo tu cuerpo desencadena una respuesta de reparación celular para ayudarte a sanar la herida, aunque no se encuentre físicamente.
Normalmente a nadie le enseñan a tener un manejo práctico del dolor y el sufrimiento, pero tú lo vas a aprender hoy.
Debes saber que el dolor es una parte natural de la vida, un mecanismo de supervivencia y sin este, podrías morir en cualquier momento sin darte cuenta del porqué.
En cambio, sufrir no es un mecanismo natural, es algo que te haces a ti de manera voluntaria, sin darte cuenta. Es una reacción emocional que construyes en tu mente de manera repetitiva.
La pregunta es: ¿por qué te empeñas en perpetuar el sufrimiento si duele tanto?
Vas a sumergirte en la diferencia crucial que te dará la llave para liberarte del 90% de tus problemas y padecimientos.
El dolor es parte de tu programación de fábrica si no tienes problemas en la configuración de tu cuerpo…
Es un avisador que te protege: si te quemas con un café o te cortas, el dolor te avisa de la herida para que puedas atenderla y sobrevivir.
Cuando te haces daño en un accidente o tienes una herida por una operación, el dolor es una experiencia temporal, tiene un principio y un fin.
Con el paso del tiempo, el dolor disminuye hasta que cesa totalmente cuando la herida está curada. Además, tu cuerpo tiene un mecanismo natural de reparación o sanación que no necesita tu intervención para funcionar.
La neurociencia confirma que este mecanismo existe tanto en tu mundo físico como en tu mundo invisible (emocional y mental).
Cuando te rompen el corazón sientes un dolor agudo que se siente real.
Esto sucede porque tu cerebro te hace sentir ese dolor en el cuerpo, solo que no hay heridas físicas presentes. Pero si mirasen tu cerebro en ese momento, estarían activos los centros de dolor en tu cuerpo sin una causa física.
Por fortuna, tu cuerpo emocional tiene su propio mecanismo de curación, el cual funcionaría perfectamente, si tú no te causases sufrimiento.
Este mecanismo requiere tiempo y espacio para que tus heridas emocionales sanen, siempre y cuando tú le dejes operar sin causarte daño involuntario.
El sufrimiento es el acto de evitar que tu herida (física o emocional) sane por sí misma.
Imagina que tienes una herida física. Si la tocas, la hurgas y la molestas creyendo que así la vas a curar, el dolor se perpetuará y la herida empeorará, por lo tanto, tu sufrimiento aumentará.
Sin darte cuenta, creyendo que de esa manera vas a mejorar, te estaría causando sufrimiento de manera voluntaria, aunque inconscientemente.
La herida no sanaría porque estarías interfiriendo en el mecanismo natural de curación de tu cuerpo, suponiendo que dicha sanación depende de ti.
Tu mente no distingue lo que es real de lo imaginario. Ella procesa que todo aquello que piensas o imaginas es verdad.
Por lo tanto, genera la emoción equivalente a cada pensamiento o imaginación para que tú creas que lo estás experimentando en el presente.
Por eso sufres, porque al revivir el recuerdo de la pérdida, tu mente te hace creer que está sucediendo aquí y ahora una vez más, por lo tanto, el dolor es desgarrador. Le estarías echando sal y limón a una herida abierta sin darte cuenta.
El sufrimiento es el resultado de tu propia mente, que te atrapa en una telaraña de recuerdos, pensamientos en pasado, preocupaciones en futuro y preguntas sin respuesta, lo que drena tu energía y no te permite avanzar, ni disfrutar de tu vida.
El mismo elemento que construye tu sufrimiento es el que puede destruirlo, si así lo eliges.
La clave para salir de ese estado de sufrimiento es tomar consciencia de que tú eres el pensador y no el pensamiento.
Tienes el poder de conducir tu mente, lo cual significa elegir a qué pensamientos darle tu atención o quitársela.
Sufres porque aún no entiendes que tanto pensar como prestarles atención a esos pensamientos de dolor, son los que te mantienen en ese ciclo de sufrimiento.
No es el hecho en sí lo que te causa el dolor, es tu manera de interpretar la situación la que le da el color a tus emociones.
Si te das cuenta de que estás reviviendo voluntariamente el suceso doloroso una y otra vez, podrás salir del ciclo de dolor auto impuesto.
De esta manera, dejas de ver la situación con los ojos del dolor para ver que eres tú quien se está causando sufrimiento pensando en lo mismo una y otra vez.
Porque cuando piensas en el suceso doloroso, ya no te genera dolor instantáneo.
Comprendes que fue algo difícil, pero te ubicas en el ahora y ves el transcurso del tiempo.
El dolor pasa a ser una experiencia más en tu vida que se acepta. Así como aceptas la cicatriz que te deja una operación que te ayudó a sanar algo que te estaba haciendo daño.
Tu mente es una herramienta evolutiva; no es tu ser ni tu sabiduría.
Ella solo tiene información de tu pasado y, por su diseño, hará todo lo posible para que no gastes energía en lo nuevo.
Sufrir no es tu culpa, el cómo funciona tu mente es lo que lo causa. Por fortuna, ahora sabes qué pensando y dándole atención a esos pensamientos, es como te causas el sufrimiento.
Recuerda: la Plasticidad Neuronal te garantiza que puedes crear nuevos caminos neuronales y otra forma de operar mentalmente. Tu destino no está escrito, sino esperando tu decisión de tomar el mando de tu mente y conducir tu vida.
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